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Almas desnudas siendo descubiertas, anónimas, por siempre eternas. Transparentes se muestran, dicen mas de lo imaginado, de lo permitido; hablan de su existencia, gritan su presencia. Miradas furtivas, miradas perturbadoras que calan nuestro patético y superficial ser. Cómo sujetos enmascarados, somos expropiados de nuestras caretas sin prisa ni velocidad, sin necesidad de reacción, ultrajados, porque en un segundo nos develaron más de lo pretendido, de lo imaginado. Seres  fuera del tiempo, pero más en él que cualquiera. Experiencias de vida, similares pero todas diferentes, tan únicas que estremecen las entrañas. 

Todo en ellas habla, las luces y las sombras. Quienes no descubren el ritmo, el compás, la pertenencia, el arraigo, los tiempos, las personas, quienes no se dejan ser ultrajados, y prohíben quedar desnudos frente a tantas miradas, entran y salen como si nada, como cuando van de compras, tan solo son observaciones superficiales, sin la valentía de entrar en contacto.

Almas que esperan a ser descubiertas, gritan con rota agonía esperando que alguien las escuche, sólo unos pocos, tendrán el valor, el coraje, de quedarse sin nada, de entregarse, a cada una de ellas, y más que observarlas, dejarse observar.

Regalarse y entregarse en plenitud a un mundo interno, mundo de pertenencia humana al que cada vez desconocemos más. ¡Humanicémosnos!

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